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El árbol de las palabras

El árbol de las palabras

De niño, se aficionó muy pronto a las palabras sin saber del todo el poder que encerraban. Le conmovía alcanzar el cielo sólo con nombrarlo, decir "mundo" y tocar el mundo con la voz.

La vida, semejante a las palabras, era entonces como un árbol gigantesco repleto de pájaros y de cosas con nombre que había que pronunciar.

Pero el universo no tiene la seguridad del niño en los vocablos, no cree en abracadabras, no sabe de metafísica, es incapaz de permanecer inmutable; la contingencia corrompe sus redondas esferas.

La primera vez que le mudaron de "mundo" —otro empleo paterno, otro lugar y otra casa— tenía cinco años. Comprendió entonces que las cosas pasan y se pierden, como si nada, detrás de nuestros hombros. Bastaron sesenta kilómetros de distancia y unos meses, para que el espacio y el tiempo demolieran sin piedad la cara de alguno de sus amigos —su memoria aún no estaba prevenida— y empañara las ventanas de aquel primer hogar de su memoria, que hoy apenas puede imaginar.

En aquel momento, intuyó con angustia que todo tiene edad, que el mundo está hecho de tiempo, que los pájaros del árbol de las palabras se alimentan de términos y sonidos e inventan nombres sólo para refrescar la memoria; para no olvidar que vivieron.

El árbol de las palabras

El árbol de las palabras

De niño, se aficionó muy pronto a las palabras sin saber del todo el poder que encerraban. Le conmovía alcanzar el cielo sólo con nombrarlo, decir "mundo" y tocar el mundo con la voz.

La vida, semejante a las palabras, era entonces como un árbol gigantesco repleto de pájaros y de cosas con nombre que había que pronunciar.

Pero el universo no tiene la seguridad del niño en los vocablos, no cree en abracadabras, no sabe de metafísica, es incapaz de permanecer inmutable; la contingencia corrompe sus redondas esferas.

La primera vez que le mudaron de "mundo" —otro empleo paterno, otro lugar y otra casa— tenía cinco años. Comprendió entonces que las cosas pasan y se pierden, como si nada, detrás de nuestros hombros. Bastaron sesenta kilómetros de distancia y unos meses, para que el espacio y el tiempo demolieran sin piedad la cara de alguno de sus amigos —su memoria aún no estaba prevenida— y empañara las ventanas de aquel primer hogar de su memoria, que hoy apenas puede imaginar.

En aquel momento, intuyó con angustia que todo tiene edad, que el mundo está hecho de tiempo, que los pájaros del árbol de las palabras se alimentan de términos y sonidos e inventan nombres sólo para refrescar la memoria; para no olvidar que vivieron.

Podria soportar la soledad?

Podria soportar la soledad?

Al amigo José Marcos Catañeda, su amigo Javier Molina, le digo que mientras tengamos a Dios en nuestra vida no estamos solos.  Y le mando este escrito. Además tenemos mucho que hacer por los demás como para sentirnos perdidos por estar alguna vez solos.

Entrañas
Danos entrañas de misericordia
frente a toda miseria humana
Inspíranos el gesto y la palabra oportuna
frente al hermano solo y desamparado.
Ayúdanos a mostrarnos disponibles
ante quien se siente explotado y deprimido.
Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto
de verdad y de amor, de libertad,
de justicia y de paz,
para que todos encuentren en ella´
un motivo para seguir esperando.
Que quienes te buscamos sepamos discernir
los signos de los tiempos
y crezcamos en fidelidad al Evangelio;
que nos preocupemos de compartir en el amor
las angustias y tristezas,
las alegrías y esperanzas
de todos los seres humanos,
y así les mostremos tu camino
de reconciliación, de perdón, de paz...
(Tomado de las plegarias eucarísticas Vb/V

 Un saludo de Javier Molina

Un día más.

Hoy amanecí con la esperanza de volver a empezar, me he dado cuenta de que algún día cúando era tan sólo un niño no tenía la idea de lo que quería ser en esta vida, hoy despues de un no muy largo caminar me he reencontrado conmigo mismo y he experimentado un miedo que jamás había sentido. Por primera vez sentí la "soledad", ni yo mismo sabía que tenía miedo a estar sólo hasta que porfin llego ese día en el que experimente el silencio de una habitacion y el silencio de mi propia vida, la cual hizo estallar en un grito a mi imaginación, al verme sólo empeze a jugar con mi loca pero realista imaginación, ini a ver que no quiero estar sólo que quiero verme rodeado siempre durante mi vida de amigos, familiares he incluso enemigos pero nunca quiero estar sólo, cuariosamente empeze a formular que si no quería estar sólo lo mejor era formar una familia, que porque una familia, porque deseo acompañar mi vida de una mujer que me quiera en las buenas y en las malas pero no sólo eso quiero tambien darle a ella la felicidad que merece, tambien deseo tener hijos, porque ellos serán el reflejo del fruto del amor, más no sólo eso sino que además se que ellos acompañaran mi vida brindandome alegrias tristezas pero lo más importante amor.

Creo sin duad que la soledad puede ser la peor de las enfermedades psicologicas que pueda existir, yo sinceramente no creo poder sobrevivir sin que alaguien este ahí junto a mi, más aún creo que llegaría a la locura por completo de tal modo que no dudaría en privarme de la vida por tal de no sufrir la "soledad".

Ahora te invito a tí a que reflexiones sobre tu como actuarias en el caso hipotetico de que vivieras en "soledad". Preguntate ¡soportaría tal situación? si o no y porque motivos, tambien te invito a que hagas un pequeño ejercicio con tu imaginación similar al de mi experiencia, y que reflexiones sobre tus proyectos a futuro, y que a la vez valores lo que has vivido ya sea bueno o malo según tu criterio.

Por el momento sería todo, deseo se encuentren bien chavos y chavas de la prepa, les recuerdo cualquier duda que tengan sobre su materia de Fílosofia, por favor escribanme un correo y con gusto les contestare, así mismo espero acompañarlos proximamente por alla por el día viernes 13 de febrero, bueno mi correo es: oracramoj@hotmail.com

bienvenidas sean criticas, sugerencias, o comentarios, hasta pronto a todos.

PD: disculpen las faltas ortógraficas.

Fiesta de la Candelaria

Fiesta de la Candelaria

Nuestra Señora de la Candelaria, fiesta popular celebrada por los cristianos, en honor a la Virgen de Candelaria, aparecida en Candelaria, Tenerife (Islas Canarias) a principios del siglo XV. Tiene lugar el 2 de febrero.

En México, país rico en tradiciones, el Día de la Candelaria se acostumbra que quien obtuvo el niño oculto en la rosca de reyes haga una fiesta (tradicionalmente basada en tamales y atole, ambos productos de maíz. Esta tradición tiene raíces prehispánicas; en muchos pueblos sus habitantes llevan a la iglesia sus mazorcas para que sean bendecidas para sembrar sus granos en el ciclo agrícola que inicia; el 2 de febrero coincide con el undécimo día del primer mes del calendario mexicano, cuando se celebraba a algunos dioses tlaloques, según fray Bernardino de Sahagún. En el centro de México se acostumbra vestir al niño Dios del nacimiento navideño y llevarlo a oir misa, después de lo cual es colocado en un nicho donde permanecerá el resto del año. Tradición hermosa llena de fé.

A todos los que vivimos en el extranjero, nos es muy grato dar a conocer con mucho orgullo nuestras costumbres y tradiciones, que están tan arraigadas en nosotros mismos.  Si hay algo que me encanta es poder compartir con familiares y amigos los platillos tradicionales de mi país.  Afortunadamente aquí en la Florida podemos conseguir todo lo necesario para preparar: chiles rellenos, mole, pipián, chiles en nogada, sopes, pozole y los mencionados tamales para la fiesta de la Candelaria.  El día de reyes algunas tiendas vendieron rosca de reyes, y esa noche cuando preparé el chocolate caliente para acompañar la rosca y alguién obtuvo el niño me dió una gran alegría en el corazón que me hiso sentir como en casa. Lo más enriquecedor es poder compartir esas costumbres y tradiciones con personas que viven aqui y que vienen de diferentes paises del mundo, así que se hace un gran intercambio de culturas y tradiciones. Es un compromiso que tenemos de pasar esos valores de generación en generación.  Y lo mejor de todo, para los que vivimos en el extranjero, es seguir en comunicación con nuestros seres queridos que están en nuestro país, porque nos dan la fuerza para seguir adelante, aunque sea a la distancia, ya que un pedazo de nuestro corazón se quedó en nuestra amada patria.  Un saludo desde Florida a mi México que adoro.

                    Maria de Lourdes Maqueo

Silencio

Silencio

Y las palabras se volvieron espuma que se enredó en el mar...

Y la voz se volvió silencio...

Silencio para escuchar a Dios.

           Maria de Lourdes

El principio

El principio

Rubem Alves: En el principio está la palabra. La palabra que evoca cosas buenas que están adormecidas en las personas. Antes que todos los actos está la palabra que se pronuncia.

Estamos buscando el lenguaje con el poder mágico de animar a luchar por cosas justas, de vislumbrar un mundo nuevo, de estar en paz consigo mismo, de dar fuerza y belleza a la existencia humana, de tener compasión por los pobres.

En el principio de todo está el amor. Todo arranca con un gesto, con la escucha del llanto de quienes sufren. Mezclarlo. Transformarlo en un poema y comerlo como si fuese un sacramento.

Herodoto

Herodoto

Un apasionado investigador de tiempo completo

¿Te gusta salir de viaje? ¿Te agrada conocer otros lugares, otras culturas, otras personas? ¿Te gusta probar comidas distintas a las de tu casa? ¿Te gusta sacar fotos o tomar película para recordar momentos inolvidables? ¿Sabías que hubo un señor en la antigüedad que dedicó su vida a pasear y platicar todo lo que veía en sus viajes? ¿Te puedes imaginar haciendo muchos viajes, infinitos, sin necesidad de gastar mucho dinero y sin tarjetas de crédito? ¿Te gustaría conocer a un griego famoso que te diga cómo sacar mejor provecho a tus viajes? Si respondiste “sí” a más de dos preguntas, estás en riesgo de ser herodotiano o herodotiana. Te invito a leer el texto que sigue.

Hace dos mil quinientos años vivió en Grecia un señor llamado Herodoto, que por puro gusto se dedicó a viajar por el mundo entero, el mundo que se conocía hasta entonces. Viajó por los estados griegos, Grecia en su lado oriental y Grecia por el lado occidental. Visitó Persia también. En ese entonces los dos imperios más importantes eran Grecia y Persia. Herodoto los recorrió de principio a fin, a lo largo y ancho. También atravesó el mar mediterráneo para estar en el norte de África, en el imperio egipcio. Por ser extranjero le negaron el derecho de ser ciudadano de Atenas, y prefirió irse a vivir al sur de Italia, a una ciudad griega llamada Thurioi.

Toda su vida Herodoto anduvo de viaje. A su casa sólo llegaba para descansar y para preparar el viaje siguiente.

¿Qué hacía en esos viajes? En aquellos tiempos no había automóviles, ni trenes, mucho menos aviones. Acompañado de un esclavo (que le ayudaba a llevar sus cosas, a trasladarse, a preguntar, a ver, a recordar lo visto), tenía que recorrer grandes distancias, miles de kilómetros, a pie, en burro, en camello, y también en barco y naves más pequeñas. Herodoto paseaba por todos aquellos lugares buscando información. Quería conocer el mundo y a sus habitantes. Conocer para luego describir y platicar lo que había visto y escuchado, sobre todo, las hazañas de los gobernantes griegos y bárbaros. Pero, no sólo hablaba de los ricos y poderosos, también le gustaba narrar acerca de la vida de las gentes sencillas, de las creencias y costumbres, de los cultivos, de las enfermedades y catástrofes naturales, de las plantas y animales, de ríos y montañas.

Todo empezó cuando era niño. Él nació y creció a orillas del mar. Estaba acostumbrado a ver la inmensidad del horizonte vuelto agua. Donde apenas alcanzaba su vista, veía lejanos puntos que entre más se aproximaban a la orilla, iban creciendo en tamaño, hasta tomar la forma de barcos que anclaban en las playas de Halicarnaso, bahía de donde era originario. A este niño le asombraba ver lo infinito del mar y le sorprendía también que de esa inmensidad, surgidos de puntos lejanos y desconocidos, llegaran cientos de embarcaciones. Por eso Herodoto siempre se hizo esta pregunta: ¿De dónde vienen los barcos?

Otra influencia de Herodoto fue su padre, que se dedicaba al comercio, actividad donde era necesario dejar el hogar para embarcarse durante semanas y hasta meses en lugares apartados y extraños. Al volver, seguramente contaba a su hijo lo que había visto y lo que le había sucedido en aquellos recorridos. También, es probable que cuando su padre estaba de viaje, el pequeño Herodoto preguntara a su madre dónde andaría el señor de la casa y ella, como respuesta, le mencionara nombres desconocidos para la mente de aquel niño que hacía demasiadas preguntas. Quizás en estos momentos, dice Riszard Kapuscinski, fue como nació la tentación y la decisión de recorrer el mundo entero.

Tiempo después, al ser mayor de edad, Herodoto decidió recorrer por sí mismo ese mundo por el que tanto había preguntado cuando era niño. Y se animó a emprender la aventura de andar de sitio en sitio, en busca de encontrar respuesta a las preguntas que tenía en su mente. Y sucedió que un lugar lo llevaba a otro, y éste a otro distinto. Cada lugar con diferentes costumbres y muchas historias para aprender.

Después de andar por el mundo, se dio cuenta que los pueblos no dejaban de estar en guerra; sobre todo, Persia y Grecia, vivían en conflictos permanentes. Esto llamó la atención de Herodoto y buena parte de sus viajes los dedicó a comprender por qué Grecia y Persia se la pasaban haciéndose la guerra. Él se preguntaba: ¿Por qué estos dos pueblos viven en una lucha a muerte? ¿Siempre ha sido así? ¿Así será siempre? “Y Herodoto dedica su incansable y laboriosa vida a la búsqueda de respuestas”.[1]

En tiempos de Herodoto no había bibliotecas, archivos, libros, enciclopedias. Alguna información era recogida en pergaminos o rollos de papel de fibras naturales; pero la mayor cantidad del conocimiento de aquella época estaba sólo en la memoria de las personas. La memoria era el lugar donde se guardaban los conocimientos recibidos de las anteriores generaciones, y también los nuevos saberes que iban creando las personas. Pero para encontrar lo que debía ser guardado en la memoria, había que llegar a donde estaba la información. Si ésta ocurría lejos de casa, había que viajar, encontrar lo que se busca, sentarse a platicar, hacer preguntas, escuchar lo que la gente quiere decir, recordar y, tal vez, apuntar.

Siempre tenía un objetivo en cada viaje que hacía: reunir más información acerca de un país, de sus gentes y costumbres o comprobar la verdad de los datos ya reunidos. Pues Herodoto no se contenta con lo que alguien ha dicho, sino que intenta comprobarlo todo, comparar versiones oídas, hasta formarse una opinión propia. “De manera que viaja para comprobar, comparar, precisar”.[2]

“¿Cómo trabaja Herodoto? ¾se pregunta Riszard Kapuscinski¾ Es un reportero nato: viaja, observa, habla con la gente, escucha sus relatos, para luego apuntar todo lo que ha aprendido o, sencillamente, recordarlo”.[3] Ante todo, Herodoto observa y escucha con demasiada atención. Pronto supo que aprende mejor quien es capaz de abrir plenamente sus ojos y sus oídos a todas las experiencias, paisajes y palabras que la vida le va poniendo enfrente. Herodoto “era un oyente de lo más atento y aplicado”.[4]

Era un hombre abierto, bueno, comprensivo, amable, sangre liviana, gustoso de entablar amistad y confianza con todas las personas. Eso le abría las puertas de los lugares a donde él necesitaba entrar para encontrar información. Su trabajo dependía de lo que le contara la gente, y por eso había que ganarse a las personas con un modo de ser cordial, generoso, alegre, de buen ánimo. A fin de cuentas, Herodoto había nacido en Halicarnaso, un país situado en una bahía, ahí donde el límite occidental de Asia se encuentra con el mar Mediterráneo. “Una región de sol, luz y calor, de la vid y la aceituna… alguien nacido en un lugar como éste no puede sino tener buen corazón, una mente abierta, un cuerpo sano y un espíritu apacible e imperturbable”.[5]

¿Qué es lo que movía a Herodoto? ¿Qué lo empuja a trasladarse de un lugar a otro? ¿Por qué dedicar todo su tiempo, su energía, su dinero a hacer viajes para conocer lugares, personas y costumbres? ¿Qué lo hacía dejar su tierra, enfrentar peligros, situaciones desconocidas y lanzarse a la aventura? Riszard Kapuscinski nos da la respuesta: a Herodoto lo motivaba “la curiosidad por el mundo. El deseo de estar allí, ver todo aquello a cualquier precio y vivirlo en carne propia… creo que una fe llena de optimismo ¾que nosotros hemos perdido hace ya tiempo¾ en que es posible describir el mundo”.[6]

Este hombre tenía una pasión no muy frecuente. Pudo quedarse en su tierra natal, dedicarse al comercio, al cultivo de la tierra, a la filosofía, a las bellas artes, o conseguir cualquier otro medio de ganarse la vida. Sin embargo, no se conformó. Herodoto fue de las personas que descubrió su misión en esta vida y decidió dedicarse en cuerpo y alma a recorrer el mundo, por su propia voluntad, “con el único fin de conocerlo, estudiarlo y comprenderlo, para, luego, además, describirlo todo”.[7] Una misión que fue también pasión, la pasión de “¡partir, llegar, enterarse, comunicar el hallazgo al mundo sin perder un segundo”.[8]

Viajando, observando, preguntando, escuchando, sacando sus propias conclusiones, fue como reunió sus conocimientos, y así llegó a saber lo que hacían y pensaban gentes de regiones tan remotas y distantes entre sí como Fenicia, Libia, Egipto, Babilonia, Persia y las ciudades estado de Grecia.

A Herodoto le gustaba relacionarse con las personas y además tenía el don de caer bien; buscaba a gente de todas las clases sociales, y con ellas convivía. Así obtenía su información. En aquellos tiempos, se acostumbraba que por las tardes se reunían grupos de amigos a la orilla del mar, a la ribera de los ríos o lagunas, o también en los huertos y patios de las casas. Estas reuniones eran con el único fin de conversar, de contar historias, de escuchar relatos y noticias. Aquellas tertulias estaban acompañadas de vinos de uva, aceitunas, queso, frutas, carnes. Así que eran convivios frecuentes, que Herodoto aprovechaba a la perfección para escuchar y aprender; al mismo tiempo que tenía la oportunidad de contar todo lo que él había descubierto por sus amplias correrías por el mundo. En eso llevaba ventaja a la mayoría de las personas que se reunían en estas charlas. Él venía de recorrer regiones a las que pocos habían llegado, por lo que siempre era novedad lo que sabía contar con gracia y lujo de detalles.

Esta es una característica importante de todo aquel que busca información y luego se decide contarla a los demás: tiene que narrar lo que vio y aprendió de un modo que capte la atención del público a quien se dirige. Herodoto hablaba de raptos de muchachas, de hazañas de jefes militares, describía las batallas, analizaba la estrategia de los ejércitos rivales, relataba modos de vida de otros pueblos, exponía las conclusiones de todo lo que había estudiado. “La historia tiene que ser interesante, debe contener algo picante, algo que cause sensación, un suspense”.[9] Y Herodoto, animado por su curiosidad de comprender el mundo y por sus amplios conocimientos, tenía la habilidad de contar historias interesantes, capaces de atraer y asombrar a su público.

Además de las tertulias vespertinas, Herodoto tenía otras fuentes de información importantes: el proxenos, que era como un cónsul o amigo del visitante, que vivía en el extranjero y se encargaba de recibir a sus paisanos para atenderlos y facilitarles todo lo necesario para que tuvieran éxito en su viaje. Daba información, los acercaba a los contactos necesarios y ayudaba a resolver un sinfín de asuntos. Igualmente, acudió a otra fuente de información inagotable, depositarios de la memoria de toda cultura: los cronistas espontáneos, los contadores ambulantes y los trovadores de la antigüedad.[10]

Ya grande, Herodoto comprende que debe hacer algo para que todo lo que ha visto y escuchado no se pierda en el olvido. Sabe que ha reunido gran cantidad de historias y noticias, que si no las escribe se perderán sin remedio. Por esta razón decide escribir los frutos de sus investigaciones para impedir que el tiempo borre la memoria de la historia de la humanidad, y menos que lleguen a desvanecerse las grandes y maravillosas hazañas, así de los griegos como de los bárbaros. Así, los motivos por los que Herodoto escribió un libro son, sobre todo, los siguientes:

1) Para impedir que el tiempo borre la memoria de la historia de la humanidad.

2) Para que no llegue a desvanecerse el recuerdo de las hazañas, las costumbres, los lugares, la vegetación, los animales, los paisajes, de todas las regiones que componían el mundo conocido en ese tiempo.

3) Para dejar constancia por escrito del mundo que Herodoto conoció y que luego describió, con el propósito de que fuera información y conocimientos que aprovecharan tanto su propia generación, como las siguientes.

Llamó a su libro Historia, que en aquel tiempo era una palabra que significaba “investigaciones” o “inquisiciones”, que era lo que Herodoto había intentando y lo que realmente había logrado: descubrir, conocer y describir la historia que los seres humanos han creado día a día.[11]

Así fue como Herodoto dejó su casa para encontrar respuesta a sus preguntas de niño: ¿cómo es que en el horizonte aparecen naves? ¿De dónde han salido? ¿De qué puertos han zarpado? ¿Hay otros mundos más allá de lo que ven nuestros ojos? ¿Cómo son? Ese fue Herodoto, un hombre que conservó a lo largo de su vida la curiosidad que tenía cuando era pequeño, y eso estuvo bien porque “sólo los niños plantean preguntas importantes y de verdad quienen aprender”.[12]

Y Herodoto, en la búsqueda de respuestas a sus preguntas de niño, descubrió otros mundos, supo que son muchos y que cada uno es único. Y supo también que no podemos conocernos a nosotros mismos, hasta que no estemos frente a otras personas y otras culturas que serán como espejos, en donde veremos nuestras propias fortalezas y limitaciones. Eso es lo que Herodoto andaba buscando incansablemente: otras gentes y otras culturas que le ayudaran a entenderse a sí mismo y a su propia cultura.

Esa el gran lección de Herodoto: vale la pena interesarnos por el mundo; además, conocer a los otros y conocernos a nosotros mismos requiere esfuerzo, dedicación y ganas de preguntar, de hacer preguntas importantes, como las hacen los niños. Herodoto nos enseña que vale la pena mirar para ver y escuchar para oír, es decir, mirar y escuchar para comprender.

Herodoto tiene un lugar privilegiado en la historia universal gracias a su pasión por conocer y su inteligencia para escribir. Nosotros, estudiantes que estamos en formación y con deseos de cultivarnos para ser mejores, podemos aprender de Herodoto su gusto por preguntar y su interés de luchar por encontrar las respuestas a esas preguntas. Respuesta que está en los otros, a quienes tenemos que frecuentar para escuchar, conocer, comprender y formarnos un criterio propio.

(HAG)

Actividades de aprendizaje:

1.- Comenta tus impresiones acerca del texto que acabas de leer.

2.- ¿Quién era Herodoto? ¿Cuál era su oficio o profesión? Procura explicar tus afirmaciones.

3.- ¿Cuáles eran los objetivos de Herodoto?

4.- ¿Qué hacía para alcanzar sus propósitos?

5.- En base a la lectura que hiciste, explica cómo nace (y se hace) un investigador o investigadora y cuáles son sus cualidades.

6.- ¿Alguna vez has sido como Herodoto, aunque sea un poquito? Haz memoria y describe esa experiencia.

7.- En equipo, colabora con un pequeño grupo de compañeros para hacer un gráfico en el cual sinteticen lo que han aprendido de Herodoto.

8.- En ese mismo equipo, hagamos un ejercicio de imaginación: ¿Les gustaría seguir un poco los pasos de Herodoto? ¿Qué les gustaría conocer? ¿A dónde irían? ¿Qué harían? ¿A quién visitarían? ¿Por qué harían todo esto?

9.- Pónganse creativos. Con el pequeño grupo que han formado, hagan un programa de radio, una presentación en power point, una canción, un video, una modesta representación teatral o un programa de televisión, en donde expresen las ideas que hemos comentado a propósito de Herodoto, un investigador apasionado por conocer el mundo.



[1] Riszard Kapuscinski, Viajes con Herodoto, Tr. Ágata Orzeszek, Ed. Anagrama, Barcelona, 2006, p. 93

[2] Ibid., p. 121

[3] Ibid., p. 119

[4] Ibid., p. 201

[5] Ibid., p. 57

[6] Ibid., pp. 290 y 292

[7] Ibid., p. 291

[8] Ibid., p. 300

[9] Ibid., p. 98

[10] Ibid., pp. 295-296

[11] Ibid., p. 289

[12] Ibid., p. 296

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Cómo se explica lo que Israel hace con los palestinos? Los bloquea para que no entren ni alimentos ni medicinas, las corta la luz, los ha acorralado en territorios sitiados por el ejérctio israelí. ¿Por qué tanta brutalidad, no de ahora, sino de muchos años atrás? El mundo entero fue testigo del reciente aplastamiento militar a la región de Gaza: 1300 muertos (la mitad civiles), escuelas destruidas, cientos de miles de personas perdieron sus casas. Según información de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), las fuerzas israelíes usaron bombas, tanques y bulldozers para eliminar la capacidad productiva de la franja de Gaza durante los 22 días de acción militar en el territorio palestino, con lo cual se destruyó o dañó alrededor de 210 fábricas, unos 20 mil hogares fueron derrumbados y más de 50 mil personas tuvieron que buscar refugios temporales (http://www.jornada.unam.mx/2009/01/26/index.php?section=mundo&article=026n1mun).

¿Por qué tanta brutalidad? ¿Sólo para demostrar fuerza? ¿Lección de que Israel cuenta con el apoyo de Estados Unidos y con el silencio cómplice de buena parte de la comunidad internacional? ¿Para que el partido gobernante obtenga más votos en las elecciones de febrero? ¿Hasta cuándo será posible un arreglo donde callen los tanques, los aviones, las bombas, y hable la sensatez y el entendimiento? ¿Cuándo reconocerá Israel al estado palestino? ¿Cuándo dejarán de sufrir los palestinos que sólo quieren vivir en su patria y en paz?

Todo se inició por un acto de amor del Divino Poder y a El vamos

Todo se inició por un acto de amor del Divino Poder y a El vamos

Solo Tú
Porque nuestros proyectos se desmoronan y fracasan
y el éxito no nos llena como ansiamos.
Porque el amor más grande deja huecos de soledad,
porque nuestras miradas no rompen barreras,
porque queriendo amar nos herimos,
porque chocamos continuamente con nuestra fragilidad,
porque nuestras utopías son de cartón
y nuestros sueños se evaporan al despertar.
Porque nuestra salud descubre mentiras de omnipotencia
y la muerte es una pregunta que no sabemos responder.
Porque el dolor es un amargo compañero
y la tristeza una sombra en la oscuridad.
Porque esta sed no encuentra fuente y nos engañamos con tragos de sal.

Al fin, en la raíz, en lo hondo, sólo quedas Tú. Señor
Sólo tu Sueño me deja abrir los ojos,
sólo tu Mirada acaricia mi ser,
sólo tu Amor me deja sereno,
sólo en Ti mi debilidad descansa
y sólo ante Ti la muerte se rinde.
Sólo Tú, mi Dios, mi roca y mi descanso
Javi Montes,

Filosofía presocrática

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Filosofía presocrática

La filosofía presocrática había heredado de la poesía una visión relativamente elaborada, si bien sobre bases míticas: en ningún caso se considero que el mundo había sido creado de la nada. Todos partían de realidades materiales y preexistentes al actual orden del mundo. Es decir, concebían la configuración del mundo como un proceso de organización, no de creación, así mismo era idea extendida la de que en comienzo de las cosas se había producido una serie de contrarios, cuya interacción fue dando lugar posteriormente a la multiplicidad de seres que ahora conocemos.

Los jonios, pues, prosiguen esta misma línea, sus primeras preguntas serian; ¿podemos reducir la aparente conducción del mundo a un principio simple y unitario del que procedan las demás cosas? Y si es así ¿de que esta hecho, en último termino del mundo? ... ¿cómo cambio esa unidad originaria para dar lugar a la multiplicidad actual, y como esta organizada esta?

En general pues, consideran que efectivamente hubo esta unidad original – cada uno responderá de modo diverso a la pregunta de cual era – y establecen en el principio una serie de contrarios – de cuya interacción de deriva una organización incluye una serie de aspectos cosmológicos – como y donde se sostiene la tierra, que son las estrellas, etc.- fenómenos geológicos – como y donde se sostiene la tierra, que son las estrellas , etc. – fenómenos geológicos- terremotos – o biológicas, asimismo conceden gran atención a la posibilidad de medir estos fenómenos, es decir, a las matemáticas.

Así que frente a la respuesta de los poetas y mitógrafos, en la que el ordenamiento del mundo, aun cuando obedeciera a determinadas pautas, era resultado de la voluntad, a menudo caprichosa, de los dioses, los milesios pretenden por primera vez en la historia referirse a realidades objetivas y despersonalizadas, aunque naturalmente sigan teniendo un importante componente divino.

En toda la primera etapa de la filosofía se trata de la naturaleza, el filósofo se enfrenta a la naturaleza con una pregunta teórica, pretenden decir que es, así lo que caracteriza y define primordialmente a la filosofía es la pregunta que moviliza: ¿qué es todo esto?

El griego se extraña o asombra del moviendo, esto lo lleva a preguntarse por lo que son las cosas, la multiplicidad y la contradicción penetran el ser mismo de las cosas; el griego se preguntaba entonces: que son las cosas de verdad, es decir, siempre, por detrás de sus muchas apariencias: que es la naturaleza o principio de donde emerge todo.

Así, el primer esfuerzo filosofo fue hecho por los griegos y empezó siendo un esfuerzo para discernir entre lo que tiene una existencia meramente aparente y lo que tiene una existencia real, una existencia en si, una existencia primordial, irreducible a otra, ellos llamaban a esto el principio (arce) en los dos sentidos de la palabra: origen, comienzo (en el orden cronológico y genérico) y fundamento (base, elemento constitutivo, esencial radical).

Es esta la perspectiva que permite comprender tanto la originalidad como la trascendencia histórica de la pregunta de los filósofos griegos acerca de la arche o principio ultimo de lo real, es decir la pregunta por aquello de la cual provienen y subsisten todas las cosas, desde esta perspectiva se comprende también que la pregunta misma por la arche o principio es mucho más importante que las variadas respuestas que los filósofos griegos ensayaron sucesivamente.

Tenemos así que la pregunta de los filósofos griegos es, desde el primer momento una pregunta por la naturaleza de las cosas, por la Phycis, y, el principio a principios últimos (el agua, el aire, etc.) son la naturaleza de las cosas por que:

1)       son aquello a partir de lo cual se generan los seres del universo; Origen;

2)       son aquello en que consisten los seres del universo; Sustrato

3)       son aquello que es capas de explicar las distintas transformaciones del universo : causa.

La pregunta de los filósofos griegos por el principio o principios de al totalidad de lo real presenta, pues, una doble característica: su radicalidad en cuanto pretende alcanzar el principio o principios últimos originarios y su universalidad en cuanto que aspira alcanzar el principio o principios de todo lo real, se trata, por lo tanto de una pregunta filosófica o, mas exactamente se trata de la pregunta con que se abre la filosofía.

Por ello fueron los griegos inventores de la filosofía, por que fueron los inventores en el sentido de la palabra descubrir los descubridores de la razón, los que descubrieron que con la razón con el pensamiento racional, se puede hallar lo que las cosas son se puede averiguar su ultimo fondo.

Filosofía

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Filosofía

La historia de la filosofía es el estudio de todas la ideas y sistemas de pensamiento racional creados desde la época en que el modo de explicar los fenómenos de la naturaleza comenzó a prescindir de los mitos para apoyarse sobre todo en la razón. Este gran paso de la mitología a la verdad comprobada se le conoce como "paso del mito al logos".

La época del inicio de la filosofía en Grecia, se caracteriza por profundas transformaciones económicas y sociales que llevaron a una crisis de la nobleza y, finalmente, a nuevas formas de gobierno como la tiranía o la democracia. El "paso del mito al logos" es coetáneo con estos cambios.

El pasaje de lo mítico a lo racional propende a dejar de lado la interpretación mitológica y religiosa del mundo, para colocar en su sitio una explicación filosófica y científica, movida por la racionalidad humana. Cabe señalar que no debe entenderse este paso como algo brusco sino paulatino. Las influencias míticas son todavía apreciables en muchos pensadores de la antigüedad.

Filosofía presocrática

Filosofía presocrática

Filosofía griega

Filosofía presocrática: conjunto heterogéneo de filósofos y escuelas filosóficas griegas anteriores a Sócrates.

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Filosofía presocrática

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Filosofía presocrática

La filosofía presocrática comprende a un conjunto heterogéneo de filósofos y escuelas filosóficas griegas anteriores a Sócrates. Entre los pioneros, los originarios de la costa de Jonia, fueron llamados "físicos" por preocuparse por temas que refieren a la fisis (physis), es decir, la naturaleza. Otros, sin embargo, los llamados "itálicos" (por ser originarios de la Magna Grecia, la actual Italia, o haberse asentado en su territorio), orientaron sus preocupaciones preferentemente hacia el terreno de la lógica y de las matemáticas.

 

Los presocráticos coincidieron en el intento de ofrecer una explicación racional del Universo en lugar de hacerlo mediante mitos a la manera de los poetas Homero y Hesíodo. Tales explicaciones se limitaban, frecuentemente, a la postulación de un primer principio, arjé o elemento de todas las cosas existentes.

 

Este principio no era entendido como originario de todas las cosas, ya que los griegos no tenían una idea de creación del universo a partir de la nada, sino que era concebido como un elemento común presente en la naturaleza, a partir del cual, luego, se conformaría el resto.

Ahora bien, sobre cuáles eran dichos principios y de qué naturaleza, sus ideas diferían bastante. Para algunos, el principio podía ser cualquiera de los llamados "cuatro elementos" (tierra, agua, aire y fuego). Esto se ve principalmente en los primeros filósofos, quienes dieron el primer paso para superar la explicación mítica, retomando los elementos que antes eran encarnados por los dioses, y ahora, serían metafísicos. Por otra parte, en el caso de Empédocles, por ejemplo, se trataba de los cuatro elementos considerados conjuntamente más otros dos principios: el amor y la lucha. Para otros presocráticos, en cambio, existía un único principio que podía ser una sustancia infinita o indeterminada, o bien el pensamiento e incluso el ser.

Aristóteles fue el primero en referirse a los presocráticos como filósofos "físicos" y les atribuyó esta búsqueda del como rasgo distintivo. Con todo, algunos comentaristas contemporáneos (v. gr. H. Cherniss: Aristotle's Criticism of Plato and the Academy) consideran que el criterio aristotélico es erróneo. En efecto: si bien es cierto que algunos filósofos presocráticos sostienen que el Universo está formado por un principio natural —como el aire, en el caso de Anaxímenes—, no es menos cierto que, en el caso de otros filósofos —como Tales o Heráclito, para quienes el agua o el fuego, respectivamente, constituyen el principio generador de todo lo que existe—, los elementos serían meros "precursores" del cosmos, o bien complejas metáforas que en realidad no supondrían la existencia de un elemento concreto como principio fundante. Tal podría ser el caso de Heráclito, quien podría utilizar el fuego como símbolo para representar el devenir.

La filosofía presocrática comprende a un conjunto heterogéneo de filósofos y escuelas filosóficas griegas anteriores a Sócrates. Entre los pioneros, los originarios de la costa de Jonia, fueron llamados "físicos" por preocuparse por temas que refieren a la fisis (physis), es decir, la naturaleza. Otros, sin embargo, los llamados "itálicos" (por ser originarios de la Magna Grecia, la actual Italia, o haberse asentado en su territorio), orientaron sus preocupaciones preferentemente hacia el terreno de la lógica y de las matemáticas.

 

Los presocráticos coincidieron en el intento de ofrecer una explicación racional del Universo en lugar de hacerlo mediante mitos a la manera de los poetas Homero y Hesíodo. Tales explicaciones se limitaban, frecuentemente, a la postulación de un primer principio, arjé o elemento de todas las cosas existentes.

 

Este principio no era entendido como originario de todas las cosas, ya que los griegos no tenían una idea de creación del universo a partir de la nada, sino que era concebido como un elemento común presente en la naturaleza, a partir del cual, luego, se conformaría el resto.

Ahora bien, sobre cuáles eran dichos principios y de qué naturaleza, sus ideas diferían bastante. Para algunos, el principio podía ser cualquiera de los llamados "cuatro elementos" (tierra, agua, aire y fuego). Esto se ve principalmente en los primeros filósofos, quienes dieron el primer paso para superar la explicación mítica, retomando los elementos que antes eran encarnados por los dioses, y ahora, serían metafísicos. Por otra parte, en el caso de Empédocles, por ejemplo, se trataba de los cuatro elementos considerados conjuntamente más otros dos principios: el amor y la lucha. Para otros presocráticos, en cambio, existía un único principio que podía ser una sustancia infinita o indeterminada, o bien el pensamiento e incluso el ser.

Aristóteles fue el primero en referirse a los presocráticos como filósofos "físicos" y les atribuyó esta búsqueda del como rasgo distintivo. Con todo, algunos comentaristas contemporáneos (v. gr. H. Cherniss: Aristotle's Criticism of Plato and the Academy) consideran que el criterio aristotélico es erróneo. En efecto: si bien es cierto que algunos filósofos presocráticos sostienen que el Universo está formado por un principio natural —como el aire, en el caso de Anaxímenes—, no es menos cierto que, en el caso de otros filósofos —como Tales o Heráclito, para quienes el agua o el fuego, respectivamente, constituyen el principio generador de todo lo que existe—, los elementos serían meros "precursores" del cosmos, o bien complejas metáforas que en realidad no supondrían la existencia de un elemento concreto como principio fundante. Tal podría ser el caso de Heráclito, quien podría utilizar el fuego como símbolo para representar el devenir.

Filosofía presocrática

Filosofía presocrática

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Filosofía presocrática

La filosofía presocrática comprende a un conjunto heterogéneo de filósofos y escuelas filosóficas griegas anteriores a Sócrates. Entre los pioneros, los originarios de la costa de Jonia, fueron llamados "físicos" por preocuparse por temas que refieren a la fisis (physis), es decir, la naturaleza. Otros, sin embargo, los llamados "itálicos" (por ser originarios de la Magna Grecia, la actual Italia, o haberse asentado en su territorio), orientaron sus preocupaciones preferentemente hacia el terreno de la lógica y de las matemáticas.

 

Los presocráticos coincidieron en el intento de ofrecer una explicación racional del Universo en lugar de hacerlo mediante mitos a la manera de los poetas Homero y Hesíodo. Tales explicaciones se limitaban, frecuentemente, a la postulación de un primer principio, arjé o elemento de todas las cosas existentes.

 

Este principio no era entendido como originario de todas las cosas, ya que los griegos no tenían una idea de creación del universo a partir de la nada, sino que era concebido como un elemento común presente en la naturaleza, a partir del cual, luego, se conformaría el resto.

Ahora bien, sobre cuáles eran dichos principios y de qué naturaleza, sus ideas diferían bastante. Para algunos, el principio podía ser cualquiera de los llamados "cuatro elementos" (tierra, agua, aire y fuego). Esto se ve principalmente en los primeros filósofos, quienes dieron el primer paso para superar la explicación mítica, retomando los elementos que antes eran encarnados por los dioses, y ahora, serían metafísicos. Por otra parte, en el caso de Empédocles, por ejemplo, se trataba de los cuatro elementos considerados conjuntamente más otros dos principios: el amor y la lucha. Para otros presocráticos, en cambio, existía un único principio que podía ser una sustancia infinita o indeterminada, o bien el pensamiento e incluso el ser.

Aristóteles fue el primero en referirse a los presocráticos como filósofos "físicos" y les atribuyó esta búsqueda del como rasgo distintivo. Con todo, algunos comentaristas contemporáneos (v. gr. H. Cherniss: Aristotle's Criticism of Plato and the Academy) consideran que el criterio aristotélico es erróneo. En efecto: si bien es cierto que algunos filósofos presocráticos sostienen que el Universo está formado por un principio natural —como el aire, en el caso de Anaxímenes—, no es menos cierto que, en el caso de otros filósofos —como Tales o Heráclito, para quienes el agua o el fuego, respectivamente, constituyen el principio generador de todo lo que existe—, los elementos serían meros "precursores" del cosmos, o bien complejas metáforas que en realidad no supondrían la existencia de un elemento concreto como principio fundante. Tal podría ser el caso de Heráclito, quien podría utilizar el fuego como símbolo para representar el devenir.

COMENTARIO.

 

Al igual que los presocráticos pienso que la vida no se explica con poemas. Más bien los poemas y mitos son parte de nuestra imaginación y de lo que desearíamos pero desgraciadamente así no es la vida.

Tenemos un final que no conocemos y un principio igual. Tenemos la certeza de que existimos pero no porqué y desde cuando, hablando de la humanidad.

Todos ellas coincidían que los cuatro elementos principales eran el agua, el fuego, la tierra y el aire. Algunos le daban más prioridad a algún elemento pero al igual que los demás buscaban respuestas creíbles y verdaderas y todos ellos tenían en parte razón porque justificaban cada elemento y no era falso.

 

 

Antonio de Jesús Huerta Gutiérrez.

Luna llena

Luna llena

Quiero compartir con ustedes esta foto que tomé de la primera luna llena del 2009.

El valor de las palabras

El  valor de las palabras

Parece mentira, todo lo que pueden llegar a hacer. Cómo acunan o cómo golpean. Cómo hieren o cómo acarician y sanan. Sinceras o falsas, pensadas o espontáneas… son uno de nuestros mayores tesoros. Las decimos, las escribimos, las leemos y compartimos. Aprendemos con las palabras prestadas de otros, y quizás también nosotros llegamos a decir algo que merezca la pena… para alguien. Hablamos, y en el hablar y en la escucha, a veces, nos encontramos… Jesús es Palabra de Dios. Palabra auténtica, de amor y pasión por nosotros. ¿Y yo? ¿Qué palabra soy?

Año Nuevo. Tiempo para bendecir

Año Nuevo. Tiempo para bendecir

Bendecir. Hablar bien, ver lo positivo, denunciar el mal, admirar, valorar lo maravilloso, la belleza de cada momento. Agradecer por todo, porque todo es santo. Ser una buena noticia para los demás, contemplar la belleza de las cosas comunes, producir alegría, promover ambientes de armonía, facilitar la comunicación auténtica, reconciliar a las personas; tratar bien al prójimo, ofender lo menos posible. Comprender que los acontecimientos, las personas y los lugares son un don que podemos aprovechar para crecer.

¡Que 2009 sea un año para bendecir!

Ayúdame Dios a ser como un niño y encontrarte como ellos en lo más sencillo.

¿Por qué hacemos oración?

¿Por qué hacemos oración?

 

En estas vacaciones estoy leyendo a Joan Chisttister, religiosa benedictina, sabia en las cosas espirituales, pero también profunda conocedora de lo que pasa en la tierra, tanto en el corazón humano, como en el centro del mundo.

¿Por qué hacemos oración? ¿Por necesidad de consuelo? ¿Porque necesitamos muletas psicológicas? ¿Porque nos encontramos en aprietos? ¿Por debilidad humana?

Unión, esperanza, toma de conciencia, cambio, tocar el fondo del dolor, arraigo, buscar la voluntad de Dios son conceptos que nos ayudan a encontrar sentido a la oración.

“Como anhela la cierva

estar junto al arroyo,

así mi alma desea,

Señor, estar contigo” (Sal. 41)

Buscamos a Dios por un gemido del alma, que busca lo que de veras sacia, la plenitud que llena todos los deseos. Mediante la oración nos presentamos ante Dios, abrimos nuestro ser, y él viene a nosotros, no con palabras que coinciden con las nuestras: se hace presente por medio de intuiciones, sentimientos, nociones, que deben ser cuidadosamente discernidas. Por medio de la oración tomamos conciencia de Dios, del resto del mundo y de nuestro lugar en el lugar en el universo.

La verdadera oración no son palabras rutinarias, sino reflexión, apertura, aceptación y exploración. Valoramos las palabras que utilizamos, nos cuestionamos qué piden de nosotros, buscamos su aplicación en la vida diaria y nos abrimos al cambio que poco a poco se va generando en nosotros. Con la oración nos vamos convirtiendo en lo que estamos llamados a ser.

La oración nos arraiga a la fuente de la vida, a las inspiraciones que nos señalan el camino que nos toca vivir, y pedimos a Dios visión y valor para cumplir su voluntad. La oración es un grito de esperanza, queremos a Dios cerca para renovarnos en nuestro interior, para mirar como es debido y para caminar a donde él quiere.

“El amor puro y la oración se aprenden cuando la oración se ha vuelto imposible y tu corazón se ha vuelto de piedra” (Thomas Merton). Cuando más lo necesitamos, cuando más alejados, es cuando más cerca estamos. La oración no es para huir del dolor humano, sino que brota del médula del dolor y se convierte en grito que busca liberación.

Y Dios se va apareciendo, para tocarnos el hombro y decirnos al oído: “Aquí estoy. Nunca me he ido. Vuélvete a mí. Vuélvete a tus hermanos que sufren. Eso es lo único que necesitas”.

La oración nos pone frente a frente con nuestras debilidades, nuestro orgullo; nos hace ver que la conversión es posible. Sólo hay una regla: amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos.