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Las vacaciones

Las vacaciones

 

Siempre son bienvenidas las vacaciones. Una pausa en el trabajo, abandono del ajetreo de todos los días, cesa el ruido exterior, bajan los compromisos. Las vacaciones son un tiempo para recuperar energías, y son también una oportunidad para alimentar el alma, que viene agotada por las batallas libradas en la vida diaria y por los apuros que hacen que a veces la existencia sea difícil.

Sin embargo, con frecuencia complicamos este tiempo para descansar y lo llenamos de excesos en la comida, la bebida, trasnochadas, gastos. Huimos de la realidad del trabajo y de la rutina cotidiana, sólo para agotar más el cuerpo y para cansar más el espíritu. Vivimos el periodo de descanso con la misma frivolidad y sin sentido que llevamos la vida ordinaria.

Los jóvenes se aburren de no hacer nada. Se levantan tarde, se angustian de contemplar días demasiado largos, con horas sin saber en qué ocuparlas. Después de una semana de vacaciones ya les urge por regresar a la escuela, allá por lo menos tienen medio día ocupado. Pero en vacaciones todo es desocupación y sin saber cómo emplear ese tiempo.

Las vacaciones siguen siendo una invitación para regenerar las fuerzas físicas y espirituales. Qué bien nos sienta el ejercicio diario (caminar, correr, hacer deporte, pasear al aire libre), la plática sincera que nos acerca al prójimo, la convivencia con la familia y las amistades o la lectura que nos regala ideas y motivos para que crezca el yo interior y resucite lo mejor de nosotros mismos.

Te propongo hacer un pequeño ejercicio: toma un libro que te enriquezca, que te invite a pensar y a vivir, y escribe tres ideas del mismo, ideas que te cuestionen, que te ofrezcan novedades o que te sugieran caminos para vivir con más plenitud. Es un buen descanso y una manera de alimentar el espíritu con ideas que nos ayudan a vivir con energías y esperanzas renovadas.

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