Sobre las clases aburridas
Me dice un estudiante de tercero que las clases de filosofía siguen aburridas. Tiene la razón. Ellos quisieran clases de mucho dinamismo, de juegos, de ir de una actividad a otra. Donde haya todo, menos quietud. Los jóvenes esperan algo que se parezca a la televisión, a los juegos electrónicos, a los comerciales. Y los profesores, en cambio, les ofrecemos la monotonía de lo intelectual, separado de lo afectivo y, en muchos casos, sin vincular la teoría con experiencias personales.
Sin embargo, lo curioso es que este muchacho me lo dijo después de dos días en que compartimos la lectura de José Ramón Ayllón, "Más allá de la física". Hicimos lectura de comprensión y después dos sesiones dedicadas a dividir el grupo en tres equipos. Cada equipo platicó hasta tener 5 ó 6 preguntas sobre el tema. Luego nos sentamos en círculo, sin perder la formación de los equipos. Un equipo hacía una pregunta, el equipo de la derecha comentaba la respuesta y yo trataba de complementar. Después el equipo que contestó hacía, a su vez, otra pregunta al grupo que estaba a su derecha. Y así sucesivamente, hasta hacer cerca de ocho ó 10 preguntas interesantes. Creo que es una buena forma de hacer repaso, sin la monotonía de escuchar la sola voz del profesor. Repaso a muchas voces, especie de sinfonía, donde todos intervinieron. Esto me emociona a mí, me da gusto ver a algunos estudiantes atentos, comprometidos en la búsqueda de las mejores preguntas y las mejores respuestas. Recuerdo, por ejemplo, que Rocío comentó que lo real es lo que vivimos (lo que no vivimos no es real, por lo menos para nosotros). En la acción mostramos lo que somos.
Respeto la opinión de los muchachos, para ellos, incluso ejercicios como estos son aburridos. A ellos les aburre leer, a pesar de que los textos son ligeros, escritos breves hechos por filósofos pensando en estudiantes de bachillerato. Me da tristeza esta actitud de la juventud. Pero no me desanima. Sigo buscando. Por fortuna, esta búsqueda tiene sentido y no estoy solo en este caminar.
Paz y bien.
Sin embargo, lo curioso es que este muchacho me lo dijo después de dos días en que compartimos la lectura de José Ramón Ayllón, "Más allá de la física". Hicimos lectura de comprensión y después dos sesiones dedicadas a dividir el grupo en tres equipos. Cada equipo platicó hasta tener 5 ó 6 preguntas sobre el tema. Luego nos sentamos en círculo, sin perder la formación de los equipos. Un equipo hacía una pregunta, el equipo de la derecha comentaba la respuesta y yo trataba de complementar. Después el equipo que contestó hacía, a su vez, otra pregunta al grupo que estaba a su derecha. Y así sucesivamente, hasta hacer cerca de ocho ó 10 preguntas interesantes. Creo que es una buena forma de hacer repaso, sin la monotonía de escuchar la sola voz del profesor. Repaso a muchas voces, especie de sinfonía, donde todos intervinieron. Esto me emociona a mí, me da gusto ver a algunos estudiantes atentos, comprometidos en la búsqueda de las mejores preguntas y las mejores respuestas. Recuerdo, por ejemplo, que Rocío comentó que lo real es lo que vivimos (lo que no vivimos no es real, por lo menos para nosotros). En la acción mostramos lo que somos.
Respeto la opinión de los muchachos, para ellos, incluso ejercicios como estos son aburridos. A ellos les aburre leer, a pesar de que los textos son ligeros, escritos breves hechos por filósofos pensando en estudiantes de bachillerato. Me da tristeza esta actitud de la juventud. Pero no me desanima. Sigo buscando. Por fortuna, esta búsqueda tiene sentido y no estoy solo en este caminar.
Paz y bien.
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