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Ryszard Kapuscinski

Mentalidad abierta o mentalidad cerrada

Mentalidad abierta o mentalidad cerrada

Ryszard Kapuscinski escribió que debido a las migraciones, a las comunicaciones y al crecimiento demográfico el mundo es cada vez más cercano, porque multiplica los contactos interhumanos y multiculturales. Gente de distintas culturas podemos encontrarnos con mayor frecuencia. Por eso es importante la actitud con que recibamos a los demás: como enemigo o como prójimo. Hay sociedades y personas que ven como adversarios a los que son distintos; en cambio, existen sociedades y personas que ven a los diferentes como prójimos. Esa es la diferencia entre sociedades y personas de mentalidad abierta y mentalidad cerrada (El mundo de hoy, Ed. Anagrama, p. 132).

Es frecuente ver que tenemos actitudes de mentalidad cerrada. Nos negamos a la posibilidad de escuchar, de recibir mensajes, de dejarnos cuestionar, de dialogar, de hacer algo junto a personas que piensan o son diferentes a nosotros. Esto es un error. La diferencia es algo real en el mundo. Somos distintos. Y tenemos que entendernos, platicar, llegar a acuerdos entre personas que somos diferentes, pero podemos coincidir en muchos puntos importantes.

Que nuestros esfuerzos y afanes sean para comprender a los demás. Cultivemos la mentalidad abierta.


El lenguaje de la realidad

El lenguaje de la realidad

Estoy leyendo a Ryszard Kapuschinski, un reportero polaco recién fallecido, que supo cumplir su misión de escritor y periodista a cabalidad. Se valió de la escritura para comunicar belleza y al mismo tiempo llegar hasta lo más hondo de la experiencia humana. Comparto una afirmación de él sobre el lenguaje:

La lengua es para mí una noción más amplia de como se la suele encasillar. A mi entender, situaciones, gestos, colores y formas también son "lengua". La información me llega no sólo de las palabras que me dirige una persona, sino también de todo el paisaje que la envuelve, de la atmósfera, del comportamiento de la gente, de mil detalles: todo lo que me rodea dice cosas. Aunque no utilice la palabra, la realidad tiene su propio lenguaje -de signos, símbolos, señales y códigos-, que recupero más tarde, cuando me pongo a escribir para recrearla. (El mundo de hoy, Ed. Anagrama, p. 40)

La realidad nos habla de muchos modos. Ustedes muchachos, que empiezan a cultivar su estilo, su gusto por escribir, sería bueno que empezaran por fijarse en todo lo que nos rodea. A nuestro alrededor todo nos habla. Por eso, quien escribe empieza por ser buen observador. Fijarse bien en todo, en los detalles, en el clima, en el sol, en los gestos de las personas, en los detalles de cada momento que llamen nuestra atención. Al escribir, estas vivencias se guardan en la memoria y van apareciendo en los textos. El lenguaje no son sólo palabras. La vida, Dios, nos susurran miles de voces hasta ahora ignoradas. Si ponemos atención en los detalles, nuestros escritos irán teniendo cada vez más riqueza, la riqueza de quien sabe captar la belleza multiforme de lo real.

Paz y bien.