Blogia
misioncultural

Filosofía de Jesús de Nazareth, filosofía de la alegría

Filosofía de Jesús de Nazareth, filosofía de la alegría

¿Jesús era filósofo? ¿Cuál era su horizonte filosófico? ¿Cuáles eran las preguntas que él se hacía? ¿Cuáles problemas le preocupaban? ¿Qué proponía para alcanzar la felicidad?

Así inició la clase de hoy. Los muchachos estaban distraídos. Haciendo tareas, platicando novedades. El tema no les inspiraba atención. Puse música de fondo, canto gregoriano. Los invité a dejar entrar la música a sus oídos; de ahí bajaría a otros centros de inspiración. Les dije que la música de este tipo, escuchada en paz, con tranquilidad y con la mente abierta, produce orden y alegría en el cuerpo y en el alma.

Los bríos adolescentes fueron moderándose. Se podía escucha la música; el volumen era moderado. Aproveché ese instante de captación de belleza, para leer a Rubem Alves: Jesús habló en parábolas para que la gente mirara y no viera, para que escuchara y no entendiera su mensaje. Por eso sus seguidores son tan malos alumnos de él. Jesús dijo que había que ser tan alegres y tan sencillos como los niños. Y hasta la fecha no se ha visto a ningún papa rodando colina abajo; o algún obispo o sacerdote jugando a las canicas. Los pastores protestantes no cantan mal las rancheras, a pesar de que dicen hacer lo contrario que sus colegas católicos. Los pastores se visten de traje y caminan y hablan serios, ceremoniosos. De plano, los apóstoles contemporáneos de Cristo no han entendido que para llegar al Reino de los Cielos hay que ser transparente y espontáneo como un niño.

Esa la propuesta de Jesús. La alegría, la felicidad de la sencillez, la ligereza de un corazón concentrado en el servicio y en el crecimiento interior. Ahí está la salvación del cuerpo y del alma: en el amor, en sentir la belleza que existe fuera y dentro de nosotros, en el servicio desinteresado, en jugar conviviendo. La filosofía de Jesús es desaprender el trabajo y aprender el juego. Para que todo sea nuevo. El reino de las cosas humildes y gratas. Ahí podemos instalar nuestra vida, para vivir a plenitud.

¿Por qué vamos dejando de ser niños? ¿Por qué vamos olvidando la alegría de vivir que teníamos en los primeros años de nuestra vida? Pregunté a los muchachos. "Es que la sociedad así nos hace. Nos exige responsabilidad y trabajo". "En la escuela nos dicen a cada rato: deja de jugar, ponte a trabajar". La escuela se ha vuelto cosa de gente grande, algo serio, sacrificado, enfadoso.

¿Por qué la escuela no es alegre? Porque las clases son aburridas, monótonas, siempre lo mismo. No hay novedades ni cosas de veras interesantes, nos cierran la puerta, nos quieren tener siempre callados, enfadados. Eso dicen los estudiantes en la clase de hoy. En eso nos hizo pensar Jesús de Nazareth. Provocó inquietudes. La escuela no es lugar de alegría. Pero lo está siendo con nuestros pequeños intentos.

0 comentarios