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Pedagogía del diálogo

Montaigne y la cortesía de escuchar

Montaigne y la cortesía de escuchar

Michel de Montaige escribió que tenemos miedo de escuchar palabras que nos contradicen, que respondemos con cólera cuando alguien no está de acuerdo con nosotros o nos pretende corregir.

Y tiene razón. No estamos acostumbrados a dialogar con serenidad cuando los puntos de vista son contrarios. Es más fuerte el orgullo de saberse contrariado, que la razón de buscar la verdad con palabras prudentes.

La escuela mexicana no es la excepción. La voz del profesorado se impone. El maestro lleva la voz cantante y sonante. Pocas veces los estudiantes se atreven a cuestionar, a contradecir o a demostrar que ellos tienen datos o ideas contrarias a las que sostienen sus profesores. No quieren exponerse a la cólera o las sanciones de quien tiene el poder en el salón de clases.

Esto viene a cuento, porque una estudiante ha escrito en este blog que no es cierto que hubo buena recepción por el cuento Un día tan esperado. Dice esta muchacha que fue una historia larga, aburrida y que muuuuuuuuchos se durmieron.

Al escuchar un punto de vista distinto al nuestro, la primera tentación es sacar las uñas y defenderse. Demostrar, a como de lugar, que el otro está equivocado.

Nuevamente las palabras de Michel Montaigne: “Cuando se me contraría, mi atención despierta, no mi cólera. Abro mis brazos a la contradicción, me adelanto a quien en la conversación opina diferente. Me regocija el ser reprendido y me acomodo a los que acusan. Gusto que las personas se expresen valientemente y con cortesía”.

En el caso que comento, esta alumna de la prepa se ha expresado con valor y con cortesía. Contradice lo que antes escribí. Su palabra expresa lo que hay en su pensamiento.

Mi primera reacción fue ponerme a la defensiva. Pensé argumentos para mostrar el error de ella y la razón que protejo. Pero con esta actitud no voy a ser instruido por este cuestionamiento directo, que expresa una voz que se abre al mundo y empieza a ejercitar su sentido crítico.

Entonces escucho y veo las razones de esta muchacha: no a todos los estudiantes les gustó el cuento; no todos pudieron seguir el hilo de la narración. El profesor necesita seguir buscando lecturas más apropiadas para el momento psicológico, intelectual y cultural de los estudiantes del tercer semestre de la preparatoria.

Montaigne tiene razón: comprender el pensamiento ajeno nos ayuda a que “la causa de la verdad sea común a uno y otro contrincante”. Se gana más “gustando de gratificar y alimentar la libertad de los advertimientos con la facilidad de ceder, aun a mis propias expensas”.

Hoy mi atención despertó de la mano de un clásico del pensamiento universal y de una muchacha que habla con la soltura de quien siente la grandeza de abrir las alas del pensamiento.

Hoy mi atención despertó con el encuentro del pensamiento filoso de la juventud actual y del sosiego del pensamiento clásico.

 

19 de septiembre de 2008

El papel del profesor

El papel del profesor

Paulo Freire escribió alguna vez:

"El papel fundamental del profesor es, al enseñar, posibilitar que el alumno asimile el significado más profundo de aquello que él está enseñando. Sólo así, el alumno podrá realmente conocer lo que, en este caso, significa reconocer aquello que ya es conocido por el profesor" (Pedagogía de la autonomía, FCE-CREFAL, 2006, p. 273)

Lo importante es encontrar el significado de lo que estudiamos en la escuela. Esto quiere decir que lo que se enseña y se aprende en la escuela debe tener relación con los asuntos de la vida. De lo contrario, corremos el riesgo de que la escuela se separe de la existencia de todos los días, y cuando eso pasa, todo es aburrido, monótono, pesado, sin sentido, obligatoria, medicina amarga.

El papel del profesor es ayudar a acercar la academia con la vida. Que los temas de la clase recojan preocupaciones y experiencias personales de quienes aprenden. De lo que se trata es abrir las puertas de los salones a la realidad, a la belleza y complejidad de la vida. Esa es la escuela que queremos y por la que tenemos que luchar.