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La escuela que queremos

Hoy en la clase de filosofía la dedicamos a meditar sobre nosotros mismos, lo que somos, que buscamos en la vida, lo que nos duele, lo que soñamos. En esto radica lo que somos y lo que queremos ser. 

Primero escuchamos a Ricardo Arjona, Quiero. Es una canción bien hecha, inteligente, nacida en la conciencia del compositor que tiene sensibilidad de poeta y que logró colarse al circuito comercial para realizar música de calidad. Además es una creación fresca y hermosa. Los jóvenes escuchan con atención a Arjona. La pidieron tres veces, para repasarla, para inspirarse y simplemente, para gozar de la música. 

Luego siguió el turno de ellos. Escribieron con entusiasmo, concentrados, animados por la música de fondo que seguía oyéndose en el salón de clases. 

“Profe, usted qué relajado y tranquilo”. Me dice Vero. Y le contesto que es mejor verme así y no todo neurótico porque no me hacen caso. A fin de cuentas, la labor del profesor es crear un ambiente de aprendizaje y en eso estamos. Y también le dije que lo que estoy haciendo no es flojera. Luego tengo que leer los textos redactados, corregirlos, hacer observaciones. Y eso es trabajo. Vero sólo sonrió. En su cara vi que me dio la razón, o por lo menos, que surgió un intento de comprensión. 

Al final, pregunté qué quien quería leer en voz alta su escrito. Beatriz tomó la palabra. Leyó pausado, con el orgullo de saber que hizo bien las cosas. Y su texto fue mágico. La escucharon con ojos de admiración. Aprobaron con aplausos su texto. Esa es la escuela que queremos. Y la estamos construyendo.

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